viernes, 7 de mayo de 2010

P. GUSTAVO GUTIÉRREZ MERINO, reportaje

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No hay historia sin el HOMBRE
GUSTAVO GUTIÉRREZ: padre y teólogo de los nuestros

El siglo XX es un tiempo especial para nuestra historia, en ella se han gestado y desarrollado numerosos acontecimientos, muy importantes para el cristianismo y sociedad en general. También, en este siglo nacieron, crecieron y se formaron grandes personajes, que con su pensamiento y testimonio de vida forjaron una sociedad y un Pueblo de Dios coherentes a su estilo de vida y contexto social, cultural, religioso y político de su tiempo.

En este contexto localizamos a GUSTAVO GUTIÉRREZ, gran Presbítero y Teólogo peruano que nació en Lima el 8 de junio de 1928, hijo del Sr. Gustavo Gutiérrez y la Sra. Raquel Merino. Estudió medicina y letras en el Perú. La teología lo realizó en varias universidades de Europa (Bélgica y Francia). Tuvo entre sus profesores a Ives Congar. Mantuvo contacto con grandiosos teólogos modernos, como Karl Ranher, Hans Kung y Jean Baptista Metz. Es experto en teología, se mueve con toda facilidad en los campos de las ciencias sociales (sociología y política), ha estudiado medicina, es especialista en letras, trata con erudición los temas de psicología, sicoanálisis y filosofía. Ha recibido miles de títulos, premios y condecoraciones por su aporte a las ciencias y a la cultura. [Le encanta enseñar, es una de sus mejores pasiones].

Su vocación por el sacerdocio ministerial se despertó poco a poco con el llamado que Dios le hiciere, como él mismo nos lo cuenta: Yo era un laico de grupos cristianos, trabajaba en mi parroquia de Barranco y también en la universidad. Asistía a reuniones y retiros. Entonces, poco a poco iba pensando en esa posibilidad de ser sacerdote. Más tarde volví a pensar en este servicio, porque en realidad así lo es. Me era difícil tomar la decisión, ya que me gustaba mucho mi carrera (medicina). Durante tres años lo discerní (conversando con mi director espiritual). Al final decidí responder con un sí... Este proceso se dio con toda naturalidad, aunque la gracia de Dios siempre estuvo de por medio.

Mientras progresaba su asociación con los grupos y la opción por el orden sagrado encontraba suelo firme, su inclinación hacia la teología no se hizo esperar: A mí, desde niño, me gustaba el estudio... en los grupos cristianos empecé a trabajar teología. Recuerdo a un sacerdote, Gerardo Alarco (primer decano de la Facultad de Educación de la PUCP), tenía una formación teológica muy interesante. Escucharlo me ayudó bastante. Empecé a leer a autores, y sólo más tarde estudié teología sistemática.

Después de haber sido ordenado presbítero (1959), en sus primeros años de trabajo pastoral, desarrolló la Teología de la Liberación (hoy en día desarrollada en varios países del mundo): En los años 60, América Latina era una lluvia de ideas. Fue el encuentro con la situación de pobreza que motivó el origen de la reflexión teológica, o Teología de la Liberación, que dio después como resultado la fórmula ya conocida como “la opción preferencial por los pobres”, que es el 90% del contenido de la Teología de la Liberación.

[Opción preferencial por los pobres: leyendo el Evangelio, por ejemplo, me doy cuenta de que los pobres eran los primeros para Jesús. No los únicos. Por eso es que cuando decimos opción preferencial por los pobres, decimos que Dios ama primero a los pobres, aunque él ama a todas las personas –eso bien lo sabemos-, sean pobres o no. Y cuando uno habla de “primero” quiere decir que también considera segundo y tercero, sino no diría “primero”].

A raíz del desarrollo y difusión de dicha teología, muchos, cristianos y no cristianos, cuestionaron su obra y su condición de creyente, al cual, entre varias respuestas, declaró: “Fui cristiano mucho antes que la Teología de la Liberación y lo seguiré siendo después que ella”. Hoy argumenta: Mi fe no depende de una teología. Con esto yo no quiero disminuir el valor de la teología. Pero, tampoco puedo decir que la teología es lo que me hace a mí creer en Jesucristo, sino más bien, es lo que me hace comprender el don de la fe, el mensaje bíblico, entre otros aspectos. La teología no me reemplaza la fe, puesto que ambas son cosas distintas. Hay gente que es muy buena y cristiana, por ejemplo. Y lo son sin hablar de la Teología de la Liberación. Además, yo creo que en el ambiente de América Latina esta perspectiva es muy rica, muy interesante. Ha despertado inquietudes a muchas personas, ha contribuido a que se preocupen más por ello (por la opción preferencial de los pobres).

Está claro que el padre Gustavo no es uno más de esos hombres que ignoran su tiempo. Le preocupa en serio la gente más pobre, aquellos que son víctimas del orden social injusto. Por eso, no nos escandalice que el contenido de su Teología de la Liberación haya calado tanto en el pensamiento y vida cotidiana de quienes creemos que la injusticia, por causar mucha muerte y pobreza, debe ser contrarrestada. En esto compartimos cristianos y no cristianos, religiosos y laicos.

A la pregunta sobre qué se espera de la Teología de la Liberación para el futuro, el padre Gustavo declara: a mí no me importa mucho el futuro de la Teología de la Liberación. Lo que me importa es el futuro de los pobres en este mundo, y del Evangelio en la historia humana. Claro, y después de ello ya viene la Teología de la Liberación... ella no es una teología eterna. Porque bien sabemos que en la historia de la Iglesia ha habido muchas teologías. Nacen, cumplen una función y luego quedan como un recuerdo, como un testimonio... y así se pasa a otra cosa. Pero lo que sí veo –esto es real- es que actualmente la Teología de la Liberación todavía está cumpliendo su función. Ha influido muy claramente en los contenidos del documento de Aparecida, por ejemplo. Viendo los textos de los obispos y los temas que hemos defendido en Teología de la Liberación nos damos cuenta de que hay una afinidad muy grande.

Pero, llegará un día –en la medida que los temas centrales pasen a consensos cristiano- donde esta teología irá perdiendo su aporte. Porque se supone que los temas ya han sido aceptados y resueltos. Ese será el momento en que se haya logrado el objetivo (y por lo mismo, el fin de la Teología de la liberación). Mientras tanto ella sigue viva.

Con todo lo escrito en líneas anteriores, pocos se preguntarán ¿quién es Gustavo Gutiérrez hoy? Le realicé dicha pregunta y me contestó: soy amigo tuyo. Esta expresión viene cargada de alegría y cariño, por supuesto. Quienes lo conocemos sabemos que es un hombre con capacidades excepcionales, quiere a todos, a los jóvenes nos tiene especial afecto. El es un humanista. Gusta dialogar sobre cualquier tema y con todas las persona. Le preocupa los ataques sin fundamento que muchos inventan contra la Iglesia. Dice que lo hacen porque no saben la verdad y porque hay intereses ideológicos y económicos por detrás de todo.

No hay necesidad de decir que es un hombre con espíritu profundo. Su “caminar con y junto al Pueblo de Dios” es un gran testimonio para nosotros (los de ahora). A ejemplo de él debemos hacer presente a Dios en el mundo hoy.

Ver fotos del Padre Gustavo Gutiérrez Merino, en: https://picasaweb.google.com/115037467766672348524/GustavoGutierrezMerino

FOTO: PADRE GUSTAVO GUTIÉRREZ MERINO, junto a sus queridos amigos, los jóvenes y niños.
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Este artículo fue publicado en:
Boletín Estudiantil "Voz Isetiana". Año 7, Nº 18. Enero - Abril, 2010. Sección Reportajes, pp. 17 - 18.
del Instituto Superior de Estudios Teológicos Juan XXIII 

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